Diez años al frente de Los Tetas, una de las agrupaciones emblemáticas del funk-rock chileno de los ‘90, no iban a jugar en contra de los propósitos de Cristián Moraga en su escalada solista. Fue en 2005 cuando Cee-Funk, guitarrista, cantante, compositor y uno de los hombres de mayor peso específico en la banda, cambió definitivamente su álter ego a C-Funk, chilenizando la entrada. Moraga fue desde ahí C-Funk, un llamado abierto a “ser funk”. La misma actitud que hizo de Moraga uno de los maestros de ceremonia funk más respetados y resonantes del medio.
Moraga realizó múltiples colaboraciones como músico invitado en discos de Tiro de Gracia, Mamma Soul, Sonido Ácido, CHC, Makiza, Myriam Hernández y los mexicanos Plastilina Mosh y Kinky. Después de su alejamiento de Los Tetas en abril de 2004, decidió que debía montar un disco ciento por ciento funk utilizando sus propios medios y que su alias de ahí en adelante no sería más Cee-Funk, sino C-Funk. El resultado del cambio de rumbo fue Joya (2006), su primera obra fuera de Los Tetas, inspirada en un Impala modelo 1964 (“una joyita”, según explicó), que fue editado por su propia compañía, Sonido Funk. Lo grabó entre Chile y Estados Unidos con una banda integrada por Felipe Felo Foncea (teclados), Roberto Chicho Espinoza (bajo), su hermana Michele Espinoza (voces) y Francisco Pepino González (batería), además del desfile de colaboradores encabezado por Dante Spinetta, Sonido Ácido, Anzuelo, Juan Sativo (de Tiro de Gracia) y el saxofonista de jazz Max Alarcón.
A fines de ese mismo año, Moraga proyectó su carrera hacia el circuito anglo y reeditó Joya en Inglaterra, aunque debió alterar nuevamente su pseudónimo para efectos de ese mercado musical, dado que C-Funk ya pertenecía a un rapero norteamericano. Su última chapa, desde los comienzos de 2007 en el primer mundo, fue Funky-C.
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